"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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32 El verano no se hizo esperar

EL VERANO NO SE HIZO ESPERAR El verano no se hizo esperar, cerniéndose sobre tierras, impactando, toque canicular, sobre mares, lagos y sierras. El agua dulce, no suficiente, se esforzaba por regar, ávidas plantas nacientes, mas fauna, tendía acaparar. El jardín tan bello, comenzó a ponerse triste. El hada, seco su cabello, notó aumento de salitre. Duendes, con gran preocupación, mirando las superficies, opacas, deseaban solución, mas el horizonte, igualaba la planicie. Las lluvias no aparecían, las nubes olvidaban su misión. Los jardines, se morían, por sequías sin solución. El pastito ya amarillo, había dejado de protestar. con ictericia y sin brillo, había aprendido a callar. Los pétalos de la floresta, mustios, caían sin remedio. Sed, hambre y gran molestia, existía en todo el predio. Aparecieron, muy voraces, colibríes, abejorros y abejas. a libar, lo capaces, todo polen, que humedad deja. Las corolas, mostraron su desarme, dejando al triste jardín, desarreglado, seco y exangüe, perdiendo la rosa, su hermoso carmín. A varios confines, cundieron noticias, por aves y gorriones periodistas. así, muchos supieron la malicia, por carencia de agua a la vista. Lomas, arboledas y lagunas, conocieron pérdidas de fauna y flora. aprendieron de tiempos, sin fortuna, ávidos de magia, en un… ahora. Cuando, aparecida la noche, varios duendes junto al hada, reunidos en la laguna, en cerrado broche, sobre nenúfares, dejaron al agua encantada. Volaron por los aires, llevados por los vientos, polvo de magia y estrellas, para viajaran por cientos, hacia las nubes, acuíferas micelas. Peucoalhué, encontrábase en misión, preocupado, presintiendo de su amor, mientras volaba, junto al escuadrón, que su rosa, presentaba gran dolor. El aire se tornó extraño, y todos los halcones percibieron. No era aroma, típico del año, fue que polvo mágico, recibieron. De inmediato, olvidaron tal misión, actuando hipnotizados, girando su vuelo, veloces hacia indicada dirección, y Peucoalhué, cargaba gran anhelo. No imaginaría jamás, ver débil a su rosa, casi moribunda. Cuando vio a la plaga violando, lo más, entre halcones e insectos, se armó la marabunta. Los picotazos de las rapaces, con rapidez inalcanzable, parecían, misiles capaces, de terminar, con todo abejorro deleznable. Una vez la batalla campal, hubo culminado al fin, Peucoalhué, vio al rosedal, y exterminado, a todo el jardín. El hada, junto a los duendes se le presentó, dejando perplejo al escuadrón. le mostró el campo que secó, ante la ausencia, de algún aluvión. Le recordó al valiente halcón, sus aptitudes nobles y heroicas, de atraer nubes, de un jalón, alivio de sed en campo, en época estoica. Puso su vara mágica, sobre el ave, y los duendes diseminaron, polvo sobre escuadrón. Peucoalhué, miró con gesto suave, a agonizante rosa… a quien amó. Paralizado aún, un lagrimón se le escapó, y el hada con varita, lo acogió. con él hizo un lago, que inundó, al jardín, al pastito a toda flor. Le dijo que en su misión, volara, que al volver, su rosa recuperara. Peucoalhué, la vio deshojada, maltratada, mas el hada, con un pase de vara, su mente despejara. Marcharon juntos, en vuelo veloz, en busca de nubes, cargadas de agua. Viajaron bien lejos, sequía feroz, hasta llegar a la cima, del Aconcagua. Derritieron nieve, con aletazos, elevaron copos al cielo, formaron nubes, a picotazos, que se cargaron rápido, de hielo. El escuadrón entero, las atrajo, hasta el campo y sus jardines. Comenzó a llover a destajo, hasta lejos los confines. Fueron varios los días, para beber, tierra tan sedienta. Igual peucoalhué, sentía que moría, sin su rosa, de amor hambrienta. Una mañana, fue más valiente, emprendió viaje hacia el jardín. grande su sorpresa, sintióse ardiente, viendo a la rosa, recuperar su carmín. Creyó estar en un sueño, pues la última vez, estaba malograda. se sintió muy pequeño, cuando se le presentó, el hada. Su falta de fe, le reprendió, y le dijo que nada era imposible, si reinaba de veras, el amor, el que se prodigaban…. Ambos en lo inaccesible. Agradecido, el halcón levantó vuelo, hacia su corola, áurea adorada, quien ya, muy sonrojada, lo esperaba, con franco anhelo. Peucoalhué, acercó su pico muy suave tratando de acariciar un pétalo de terciopelo, más carmín, se puso junto al ave, la rosa, quien brilló destello. Ambos, confundidos en abrazo y embeleso, de alas, plumas, y hojas, hizo que en, trémulo beso, se entregaran al encanto… de las buenas cosas. El pastito se puso muy verde, otra vez refunfuñó, gritando sus celos, Todos rieron, en conjunto y albergue, felices, renaciendo… cumpliéndose anhelos. Renée Escape

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